En el transcurso del siglo XVIII se produjo el ocaso del mercantilismo y el comercio colonial dio pasos esenciales para abandonar el monopolio y convertirse en una actividad libre, un proceso que a su término transformó la existencia del puerto de La Habana. De 1762 a 1790 se extienden los límites cronológicos de este texto, centrado en la interpretación de los cambios sociales que se hicieron sentir gradualmente en la ciudad, sobre todo, en sus manifestaciones culturales y costumbres. El carácter de programa asumido por las reformas monárquicas afectó los diferentes órdenes de la vida social, incluyendo la planificación del territorio o región dominado por la ciudad, la reglamentación de la vida cotidiana y de sus actividades.

El período analizado llevó a cabo un tránsito entre las tímidas reformas de la primera mitad del siglo y otras más profundas, que propiciaron el posterior crecimiento de las plantaciones esclavistas. Podemos decir que culmina con la autorización dada por Carlos IV a los habaneros para desarrollar la trata de esclavos libres en 1789. En sí mismo es un tiempo que encierra una significación propia, con un acento barroco en la cultura material, no exento de cierta actualización formal o modernidad.