Abogado, poeta, ensayista, editor, crítico, maestro, y hombre público, se hace presente en la vanguardia intelectual cubana del siglo XX, con su participación, junto a otros destacados jóvenes de la época, en la Protesta de los Trece, que lidereó Rubén Martínez Villena, en 1923.
Este hecho marcó el inicio de su larga ejecutoria como intelectual comprometido con los más nobles destinos de la Patria −reflejada en una obra en la que, por tanto, resulta difícil escindir cultura de política. Actúa (1925) en la defensa de Julio A. Mella, Leonardo Fernández Sánchez y otros estudiantes universitarios encausados, también junto a Martínez Villena. Con éste, y el propio Mella, había editado antes Venezuela Libre, devenida América Libre (1924).
Su ingreso como miembro fundador en 1a Institución Hispano Cubana de Cultura (1926), presidida por D. Fernando Ortiz, y su desempeño como presidente de la Comisión de Conferencias, le puso en contacto con la más destacada intelectualidad de Iberoamérica y sus publicaciones, que le dieron a conocer en numerosos países.
Desde 1927 figuró en el grupo de intelectuales en lo adelante conocido como Grupo Minorista, firmantes de la Declaración Minorista de 1927, que se pronunció en favor “del arte nuevo en sus diversas manifestaciones; la introducción en Cuba de las últimas doctrinas artísticas y científicas; la reforma de la enseñanza pública y la autonomía universitaria; la independencia económica de Cuba; contra el imperialismo yanqui; contra las dictaduras políticas y por la participación efectiva del pueblo en el gobierno”, entre otras. Estos fueron, desde entonces, preceptos rectores de su actividad personal.
Poeta vanguardista (Liberación, 1927) y editor permanente, junto a Jorge Mañach y Francisco Ichaso de la Revista de Avance (1927-1930). La publicación, también de orientación vanguardista, y de meritoria labor en la actualización cultural del inquieto mundo artístico-literario nacional, dio cabida en sus páginas a artistas del interior del país, así como a hoy reconocidos Maestros de la plástica nacional, como fueron Eduardo Abela, Carlos Enríquez, Víctor Manuel, Marcelo Pogolotti, entre otros, a quienes reunieron además, en la Exposición de Arte Nuevo (1927), que también patrocinó esta revista.
Entre 1926 y 1975 —pasando por su selección de poesía martiana para la Colección Libros Cubanos de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), José Martí. Poesías. (1928); Martí. Escritor Americano (1958), su único libro orgánico, y “El partido revolucionario cubano, creación ejemplar de José Martí” (1975), entre muchos otros—, el tema martiano ocupa un abultado espacio en la obra activa de Juan Marinello, comparable sólo al tema “responsabilidad social del intelectual, artista y escritor” inmanente a toda su producción.
El mayor vuelo estético del escritor está en la prosa; el ensayo y la oratoria. “Nuestro arte y las circunstancias nacionales” (1925); “Juventud y Vejez” (1928), discurso con que estrena su condición de “socio de número” de la SEAP, y que recibió la más elogiosa crítica; y “Discurso a los escritores venezolanos” (1942), figuran entre los más relevantes, junto a ensayos como “Americanismo y cubanismo literarios” (1932); “Veinticinco años de poesía cubana” (1935); “Hazaña y triunfo americanos de Nicolás Guillén” (1936) y “La vereda desusada y las vías naturales” (1944), entre otros.
Marinello también ejerció el periodismo político. Editó publicaciones efímeras como Política (1931), junto a J.M.Irisarri; la revista Masas (1934), órgano de la Liga Antimperialista de Cuba; dirigió el diario La Palabra (1935), y fue editorialista de los periódicos Hoy (década del 1940) y La Última Hora (década de 1950). También escribió para la prensa partidista.
En 1933 exhuma los restos de J. A. Mella en Ciudad México y traslada sus cenizas a Cuba en compañía de otros revolucionarios cubanos.
Su destacada actividad política contra las dictaduras de Gerardo Machado (1925-1933) y Fulgencio Batista (1952-1958) le trajeron cesantías en sus actividades docentes; numerosas detenciones; presidios (Presidio Modelo, Isla de Pinos,1932 y Castillo del Príncipe, 1935, entre otros); dos exilios en México (1933) y (1935-1937); y etapas de clandestinidad, la más destacada entre 1956 y 1958.
A su regreso del último exilio político mexicano, y del Congreso de Intelectuales en defensa de la República española (Valencia, 1937) en el que presidió la delegación cubana —integrada además por Nicolás Guillén, Félix Pita Rodríguez, Alejo Carpentier y Leonardo Fernández Sánchez—, fue designado presidente del Partido Unión Revolucionaria (UR, 1938) y luego de Unión Revolucionaria Comunista (URC, 1939), a título del cual se desempeñó como delegado a la Asamblea Constituyente de 1940. Posteriormente, como presidente de URC y luego del Partido Socialista Popular (PSP), ocupó responsabilidades partidistas en el Parlamento de la época, donde presentó y defendió decretos de beneficio popular.
Desde 1949, cuando también preside la delegación cubana a su Primer Congreso Mundial, en la Sala Pleyel, en París, resultó designado miembro del Consejo Mundial por la Paz.
Después del triunfo revolucionario de 1959, época que fue para Marinello, “la de realizar bien la previsión de tantos años”, es designado Rector de la Universidad de La Habana (1962). Aquí pone en vigor una renovada Reforma Universitaria (1962) y deja reconstituida en este centro la Facultad Obrero-Campesina, portando desde entonces el nombre de su real fundador, Julio A. Mella (1963).
En 1963 fue designado embajador y Delegado Permanente de Cuba ante la UNESCO, y como tal participó en varios Coloquios Internacionales auspiciados por la propia organización. También desde 1963 presidió la Sociedad Cubano-Mexicana de Relaciones Culturales.
En 1965 resultó electo miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y en 1974 designado, por este mismo órgano, miembro de la Comisión encargada de redactar la primera Constitución del Estado Socialista Cubano. Fue delegado de mayor edad a la constitución del actual Parlamento cubano (1976).
En estos años de plena madurez vieron la luz ensayos medulares; algunos, renovados enfoques de temas recurrentes: “Sobre el Modernismo. Polémica y definición” (1961); “Sobre el vanguardismo en Cuba y en la América Latina” (1969); “Fuentes y raíces del pensamiento antimperialista de José Martí” (1974). También disertó, ante diversos públicos sobre: “Revolución y Universidad” (1959) y “Sobre nuestra crítica literaria” (1969), además de otros temas.
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